jueves, 1 de noviembre de 2007

Artículo Noviembre 2007

El amor vence siempre, como Cristo ha vencido. Palabras que Juan Pablo II proclamaba en un estadio lleno de jóvenes que buscaban sanar el sufrimiento de su nación, Chile, que confundía la justicia social con lucha y odio de clases; dividida por rencores por los abusos perpetrados. El mensaje del vicario de Cristo en aquel entonces llevó a todo un país a buscar la solución en el amor y sacar adelante una nación a través de la reconciliación y la ayuda fraterna.



Hoy el eco de ese grito de Juan Pablo II resuena en nuestros corazones. Sólo con el amor se salva al mundo, sólo con el amor puedo sacar adelante a mi familia, sólo con el amor puedo sanar las heridas del pasado. Ese es el mensaje del Congreso de la Familia.


A veces nos hacemos la pregunta: por qué el mundo está pasando por tantas crisis de fe, violencia, abusos, miedos, relativismo. La respuesta es muy sencilla: porque no hay amor en nuestras familias. Amor con “A” mayúscula; amor que es entrega, servicio, aceptación. Si no cambio mi comodidad por servicio a los demás, si no dejo mi egoísmo por una generosidad incondicional, si no derribo mi orgullo y soberbia con humildad y caridad, si no me aparto de mis ansias de justicia y opto por el perdón, el amor, y la misericordia, si no tengo estas condiciones, mi familia no será la Iglesia doméstica que Dios quiere. Y ese Amor sólo puede salir de un corazón que tiene a Dios.


No hay familia que tenga delante de sí un panorama fácil para formar hijos felices y amantes de Dios. El Congreso de la Familia este año más que nunca nos va a ayudar a conocer la fuerza del amor, y a Dios como la única fuente de ese amor.


Noviembre es un mes para dar gracias. Que este año nuestra oración de acción de gracias sea por tantas bendiciones recibidas en nuestra estación, y que Dios y su Santísima Madre sigan infundiendo generosidad en los corazones para que esta obra de evangelización alcance las alturas que Él tiene planeadas.


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