Tengo mil dificultades, ayúdame María.
De los enemigos del alma, sálvame María.
En los desaciertos, ilumíname María.
En mis dudas y penas, confórtame María.
En mis soledades, acompáñame María.
En mis enfermedades, fortaléceme María.
Cuando me desprecien, anímame María.
En las tentaciones, defiéndeme María.
En las horas difíciles: Consuélame María.
Con tu corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos el expirar: recíbeme Madre mía.
Amén.